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Desde la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Villanueva Mesía, con la colaboración de la Excma. Diputación de Granada, se pone en marcha el Aula de Flamencología "Alfredo Arrebola", primera y única en Granada, con el objetivo de dar a conocer la "Cultura Andaluza" a través del cante, baile y toque.
El aula estará dirigida por D. Alfredo Arrebola Sánchez, Doctor en Filosofía y Letras, Premio Nacional de Flamenco y Flamencología y Director de la Cátedra de Flamencología de la Universidad de Málaga.
Abre sus puertas en diciembre de 2008 dando cabida a todas aquellas personas, sin limitación de edad, tanto de Villanueva Mesía como de toda la provincia de Granada que lo deseen.
Contaremos con los guitarristas Francisco Corpas "Kiki Corpas" y Martín Pinilla y con la profesora de baile y Licenciada en Bellas Artes Dña. Ana Ruiz.
Desde el Aula de Flamencología "Alfredo Arrebola" se llevarán a cabo distintas actividades tales como Navidad Flamenca, exaltación de la Saeta, Recitales, Intercambios Culturales y Artísticos, que serán totalmente gratuitas.

martes, 22 de septiembre de 2009

Sesión Aula Flamencología

Día: 29 de Septiembre de 2009

Lugar: Centro Municipal de Adultos

Hora: 7:00 de la tarde

TEMA: “El Flamenco en Granada”, breve exposición a cargo de D. Alfredo Arrebola Sánchez, Profesor-Cantaor

RECITAL de Cante Jondo en la voz de JOSE FERNANDEZ (Cúllar Vega), Ganador absoluto de la “VOLAERA FLAMENCA 2009” de Loja, quien será acompañado en la guitarra por José López.

CANTES: Granaínas, Tarantas, Mineras, Levantica, Soleares, Seguiriyas, Caracoles y Tonás (Toná, Martinete y Debla).

lunes, 21 de septiembre de 2009

QUÉ ES EL FLAMENCO.-

Sin la menor duda, una de las cuestiones que más preocupan e inquietan a quienes, con la mayor humildad, se acercan al arte flamenco, es poder llegar a definirlo, cuyos orígenes están en los más remotos ancestros de la historia de Andalucía. Sin embargo, el fuerte compromiso de “escribidor” de temas flamencos, nos arrastra ineludiblemente a hacerlo. Y, además, con gusto, sin la menor queja posible ante un mundo tan complejo y mistérico que conlleva tal manifestación artística y cultural. Por otra parte, pienso que para un cantaor, posiblemente, no sería muy difícil decir qué es “eso del flamenco”. Pues bien, como intérprete, siempre lo he concebido como un “sistema complejo de vivencias que deben ser estudiadas a la luz de la razón”. Esta definición no ha sido más que fruto de muchas y reflexivas lecturas, junto a una larga experiencia cantaora. He consumido años y años en Peñas flamencas, Teatros, Centros culturales y escenarios diversos realizando un oficio tremendamente difícil de cumplir, unido - ¡cómo no! – a esa otra “vida docente”. ¡Y siempre con la sonrisa en los labios ante las delicadas y graves dificultades en uno y otro menester.
Antes que nada, hay que decir que la historia del arte flamenco – Cante, Baile y Toque- es corta en edad y expansión, dado que bien poco inquietó a los historiadores, poetas y escritores en sus inicios primeros. Hay, no obstante, algunas excepciones: José Cadalso Vázquez, Serafín Estébanez Calderón, Fernán Caballero, Gustavo Adolfo Bécquer, Don Preciso, Antonio Machado y Álvarez “Demófilo”, Salvador Rueda, Federico García Lorca, Manuel de Falla, José María Pemán, Rafael Cansinos, Alberti, Hermanos Álvarez Quintero, etc. etc. La Flamencología Moderna está haciendo esfuerzos para reconstruir la historia – escribió Fernando Quiñones – de una de las expresiones folclóricas más ricas del mundo: El Flamenco, cuya actual revalorización, tanto en España como fuera de ella, alcanza un auge que se extiende a muchos campos de la cultura y el arte.
Con la mayor objetividad posible, debemos reconocer que es sumamente difícil y atrevido dar una definición exacta de lo que puede significar el término flamenco. Sin embargo, Joaquín Turina (1882 -1949) lo definía así: “Manantial inagotable de infinita belleza”, tal como leemos en “La música andaluza” (Sevilla, 1982). El flamenco es un arte que ahonda sus últimas raíces en la música popular, pero recreada y sublimada por el propio cantaor. Es, por tanto, el flamenco una “creación personal”. El cantaor flamenco no rechaza, sino todo lo contrario, lo popular, lo folklórico, pero “recrea” con materiales ya existentes y engendra, por consiguiente, una música nueva. Por tanto, en el flamenco no podría aplicarse el principio filosófico de creación: “productio rei ex nihilo sui et subiecti” (= “producción de una cosa de nada de ella ni del sujeto”), pero sí hay que admitir que estamos ante “una creación perfecta mental y musical del cantaor”. Por tal razón, si nos fijamos bien, todos los cantes guardan ciertas similitudes. En esta misma línea está el pensamiento del insigne músico J. Turina, quien escribe: “Creo que el pueblo recoge los cantes que, por tradición, llegan a él; dichos cantos sufren transformaciones, nuevos ritmos, deformados según la ideología de las razas que atraviesan, adornados con melismas y simplificaciones en algunas regiones, pero siempre a base de un tronco, de una médula, de una primera materia que ya existía. El pueblo adapta y transforma, pero no crea. Las masas no crean nunca; la creación es eminentemente individual”, cfr. “La música popular”, pág. 45 (Sevilla, 1982).
Guiado por estas observaciones del músico y pedagogo sevillano, llegué a la conclusión de que el flamenco no es “popular”, sino que debe ser considerado “música clásica” en la misma medida que la tradicionalmente admitida como tal. Por ello, me causa pena que llamen “flamenco” a lo interpretado, por ejemplo, por Manolo Escobar, El Fary, Peret, etc. Nada más lejano a lo que venimos llamando “flamenco”, que traspasa – y en esto coinciden todos los tratadistas – la barrera de “lo folklórico”.
El flamenco se ha hecho a base de dolor y grito, de incomprensiones sociales, políticas y religiosas. Nada, pues, de particular tiene que ya Núñez de Prado nos dijera que “… los pueblos que más cantan son los que más sufren”, cfr. “Cantaores andaluces”, pág. 2 (Barcelona, 1904. Esto es un principio generalizado que, aplicado al pueblo andaluz, lo define perfectamente porque, a la verdad, a este pueblo no le quedó más remedio que cantar sus viejas y agudas penas, las cuales forman también parte de su historia. Su cante está repleto de lágrimas; y él mismo lo dice cuando llora esta copla: “SI PIENSAS QUE PORQUE CANTO / TENGO EL CORAZON ALEGRE, / YO SOY COMO EL RUISEÑOR, / QUE EN NO CANTANDO, SE MUERE”.
Si me lo permites, benévolo lector, te diré que el flamenco tiene, para mí – como principio y fin -, expresar y revelar el mundo íntimo, personal y apasionado del ser humano, del hombre en abstracto, en la voz del cantaor. Por eso pienso que jamás un cantaor flamenco será un rapsoda de hazañas o aventuras exteriores de un pueblo, ni siquiera de una familia, de una raza. No. Lo que el flamenco expresa son sentimientos e intuiciones radicales, esto es, VIVENCIAS HUMANAS. Por tal razón – así lo creo yo – se le buscó un epíteto que lo definiera perfectamente: CANTE HONDO.
Asimismo, hay que tener muy presente que el flamenco supone – hablo por propia experiencia –la exteriorización de un determinado estado de ánimo y un peculiar estilo de vida. Así opina también el novelista y flamencólogo José Manuel Caballero Bonald: “El proceso expresivo del cante – dice -, su repentina acumulación de exploraciones en el vacío, se convierte en el vehículo de una especie de “catarsis” o, si se prefiere, una rudimentaria forma de exorcismo contra ciertos lacerantes acosos autobiográficos”, cfr. “ Luces y sombras del flamenco” (Barcelona, 1975).
Lo que el cantaor busca – opinión generalizada – es transmitir a unos concretos testigos su historia personal, vivida en las cavernas de su propio instinto o reabsorbido a través de un patético y familiar aprendizaje humano. Tal es así que, en ocasiones, el cantaor se olvida totalmente de sí mismo. Por estas notas características, y debido al carácter individual hermético, me parece que el andaluz nunca consideró el flamenco como un fenómeno musical procedente de sus propios almacenes artísticos.
Gracias a la práctica de esta “bella profesión”, he llegado a pensar – cuando corro el velo de la historia flamenca – que es gravísimo error aceptar las teorías que defienden que la “represión” es la base y raíz última del arte que ha sido capaz de seducir y atraer a tantas personas ajenas al territorio andaluz. Y hablo por propia experiencia, ya que ofrecí un recital de Cante Jondo a más de quinientos asistentes de los más variados países: franceses, turcos, israelíes, alemanes, italianos, colombianos, chilenos…., y todos aceptaron plenamente el valor cultural y musical de cada uno de los estilos interpretados, eso sí, con la mayor ortodoxia de ritmo y compás.
El artista flamenco no es, ciertamente, un historiador, ni un filósofo, ni un sociólogo, sino un “intérprete y transmisor” del complejo total del ser humano. Todo lo cual nos lleva a considerar el arte flamenco como una parte del acervo cultural del pueblo andaluz. Por otra parte, el flamenco no sólo es “liberación y purificación”, sino que intenta encontrar “a l g o” que está por encima del mismo hombre, es decir, buscar a un “ser trascendente” que dé sentido a su vida: visión religiosa, teológica y escatológica del Arte Flamenco. Qué bien lo definió quien dijo: el cante es una queja resignada, individual y personal. Así lo entiendo yo…..